Como sabéis, este es uno de mis autores preferidos, aunque haya escrito tres libros de los que he leído dos y he empezado el tercero.
Juanma me lo regaló porque sabe que me gusta el autor, lo que no sabíamos, ninguno de los dos, era que éste era el libro perfecto para leer ahora mismo.
Trata sobre una relación compleja entre un hijo y su madre y el huracán de sentimientos que la inminente muerte de ésta desencadena en ambos, en el hijo, en particular.
Creo que el libro es algo autobiográfico, por lo que he leído y escuchado de la vida de Solomon, que dicho sea de paso, es bastante abierto en todo lo relacionado con sus relaciones familiares.
El autor describe una figura materna fuerte y poderosa, la madre es, a pesar de su fragilidad y delicadeza, una fuerza de la naturaleza en todos los aspectos de su vida. Al principio generé sentimientos encontrados con respecto a la fuerza con la que la madre influía en la vida pasada y presente del hijo; después sin embargo, comprendí que todas las madres, o la gran mayoría, influimos poderosamente en la vida de los hijos, con todo lo que decimos, hacemos o sentimos, por eso debemos ser tan cuidadosas y por eso, este sentimiento de que todo lo que hacemos podría marcar de por vida a nuestros hijos, si bien un poco llevado al extremo, no deja de ser, en gran parte, verdad.
A partir de la mitad del libro, empieza uno a comprender que la madre no ha coaccionado al hijo para que sienta tan profundamente por ella, para que todo en su vida esté condicionado a lo que ella pensaría o sentiría; como dice la madre al final, no estuvo obsesionada con su hijo, simplemente le quería tanto que no soportaba la idea de que nada ni nadie pudieran causarle sufrimiento. ¿No sentimos lo mismo todas madres?
De modo que finalmente, entre lágrimas -como con el libro anterior de Solomon- acepté que esta fuerza de la naturaleza no había limitado la vida del hijo, la había enriquecido, la había llenado de amor y de alegría y sobre todo, había intentado construir un muro enorme para contener todo lo malo del mundo y evitar que alcance a sus hijos.
Un libro precioso, sin duda, lleno de sentimientos profundos y frases y párrafos perfectos, porque Solomon no sólo escribe buenos libros, utiliza el lenguaje de manera espectacular.
Le he puesto un 9 porque a pesar de haberme gustado tantísimo, no llega a ser una joya de la literatura.
Además del personaje de la madre, mi personaje preferido es Helen...
domingo, 28 de septiembre de 2014
jueves, 18 de septiembre de 2014
Un 6 para The Storyteller de Jody Picoult
Este es el primer libro que leemos en mi nuevo club de lectura. Lo recomendó alguien a quien no conozco y lo leí en más o menos unas dos semanas; tiene unas 500 páginas.
Parece que es un libro más o menos famoso y que la autora también lo es así que, por si cae en vuestras manos, no os voy a desvelar los detalles.
Me gustó mucho la parte que habla sobre la segunda guerra mundial, sobre el gueto de Lodz y Auschwitz. Al final del libro, leyendo las fuentes documentales entendí por qué está tan bien escrito y por qué resulta tan desgarrador y realista: porque la autora se documentó ampliamente para escribirlo, de modo que se trata de una novela, más bien dos novelas en una, entretenida pero también muy bien documentada.
¿Que por qué le pongo un 6? Porque a pesar de lo bien documentada que está esa parte, y a pesar de que la otra historia que cuenta, al margen, es también bastante buena, sobre todo si se lee en el contexto de la primera, el libro en su conjunto resulta demasiado fácil y casi hasta el final, demasiado previsible; literariamente tampoco es una joya pero el motivo principal de mi 6 es que los sucesos resultan demasiado fáciles, previsibles e increíbles.
¿Recomiendo este libro? Depende. Si queréis algo ligero para leer, en las tardes de domingo, que os recuerde que la brabarie está a la vuelta de la esquina y que hay que permanecer vigilantes, sí, lo recomiendo. Si lo que queréis es recrearos en un uso elaborado y elegante del lenguaje, no os lo recomiendo, leer mejor el que he terminado hoy, The Stone Boat de Andrew Salomon.
martes, 2 de septiembre de 2014
Un diez para Far from the tree
Tendría dos o tres meses de embarazo cuando leí en la revista Nature la crítica de este libro y de su autor, Andrew Solomon. En Nature ponía que el libro trataba sobre las identidades horizontales -extraño concepto entonces- y sobre la manera cómo las familias se construyen con amor, aceptando la diferencia y haciéndola parte inseparable de su realidad.
Lo compré sin pensarlo dos veces porque ya entonces pensaba que el pequeño que llevaba dentro, con sus cinco o seis centímetros de estatura, era ya un individuo, separado de mí y dueño de una individualidad y de una identidad que podría o no ser difícil de aceptar, sobre todo para mí, que lamentablemente siempre he sido y seré una perfeccionista; como dice Andrew Solomon, la paternidad no es deporte para perfeccionistas, está claro, da en el clavo, pero entonces, ¿cómo podemos los -a nuestro pesar- perfeccionistas aceptar y amar a nuestros hijos sean quienes sean? El libro lo explica con pelos y señales.
La idea fundamental sobre la que gira el argumento es que los padres transmitimos a los hijos unas identidades verticales -el color de piel, el idioma, la estatura, tal vez- que dado que nos pertenecen son más o menos fáciles de aceptar; ahora bien, las identidades horizontales, aquellas que no esperamos, las que llegan sin ser invitadas, esas son muy difíciles de aceptar, aunque los padres, en particular los que entrevista Solomon quien dicho sea de paso, no sólo les entrevista sino que entra en sus casas, en sus corazones, se va a vivir con ellos por semanas y establece lazos de amistad conmovedores con éstas familias, no sólo que aceptan la identidad horizontal de sus hijos sino que además la abrazan, dejan que entre en su casa y en su mundo y lo que es aún más importante, se convierten en mejores personas en función de esa identidad y de la lucha de sus hijos que a veces quieren ser tratados como iguales y otras veces únicamente quieren que se respete su diferencia.
El libro tiene 12 capítulos; habla sobre la identidad de Solomon como hijo -en el primero- y como padre -en el último- y en medio relata la lucha descarnada de las familias con sordera, acondroplastia, síndrome de down, autismo, esquizofrenia, incapacidad, niños prodigio -que sufren como cualquier persona "diferente"-, los niños nacidos de una violación, los hijos delincuentes o criminales y los transexuales.
Este libro maravilloso no sólo explica la naturaleza de las condiciones y las barreras con las que se encuentran las familias que las sufren, describe además los mecanismos que les permiten lidiar con la situación, entre ellos, el más importante es el amor infinito e inextinguible que sentimos por los hijos, sean como sean.
Este es un libro que hay que leer así que no digo más. Hay que leerlo, sobre todo los que seáis padres y los que queráis serlo. Yo lo leí mientras le daba el pecho a mi recién nacido, con el corazón en la mano y me bebí las 800 páginas en un mes y medio.
No paré de llorar a lo largo del último capítulo "Father" y cuando terminé busqué en Internet la información de contacto del autor y le mandé un e-mail, de agradecimiento, por todo lo que me había enseñado. Me contestó poco después,
Dear Veronica,
Thank you for this lovely, lovely note. It's what one always dreams of hearing from a reader, and it means a great deal to me that you took the time to write to me. You've enormously brightened my day.
Warm regards,
Me alegró profundamente que me contestase porque pude transmitirle la centralidad de su libro en mi experiencia como madre, lo que significó para nosotros como familia -Juanma no lo leyó pero yo le hacía un resumen diario- y la huella profunda que dejó en nuestras vidas.
Lo dicho, es un libro que hay que leer.
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