No sé por qué no
he leído más libros de Rosa Montero.
Recuerdo con
muchísimo cariño La Historia del Rey Transparente aunque como lo leí en una
etapa difícil de mi vida, sólo recuerdo que me hizo una entrañable compañía y
que no podía dejar de leer. Sin embargo,
no logro recordar por qué me gustó tanto.
Lo cierto es que
a eso se reduce mi experiencia con esta formidable escritora, dos libros
excepcionales.
La ridícula idea de no volver a verte es un libro emocionante y personal, tan
personal que empieza con una explicación sobre el por qué de su escritura, una
explicación que nunca termina: la explicación es el libro. Al principio me chocó un poco esta manera de
escribir, explicando los motivos, la estrategia, los pasos dados en la
producción del libro, pero poco a poco lo fui olvidando y casi perdonando por
la calidad indiscutible de lo que seguía.
A lo largo de
toda la lectura, tuve la sensación de estar manteniendo un diálogo con Rosa
Montero, en el que leía y releía frases, para entender su verdadero
significado, me reía a carcajadas, analizaba
fotos, ojos y bocas en busca de algún atisbo de la personalidad de los
personajes, me enorgullecía de las mujeres que han hecho grandes
descubrimientos, aunque hayan quedado en la sombra, eso no importa, pero sobre
todo, me enorgullecí de Rosa, tan fuerte, tan íntegra, tan entera.
Últimamente me ha
dado por el feminismo, será porque llevo ya demasiados palos como para creerme
el cuento de la igualdad de los sexos o de la discriminación positiva. No hay bastantes mujeres en los cuadros
directivos de las empresas y de los países simplemente porque a los hombres,
desde niños, les enseñan a no escuchar a las mujeres. Desde niños aprenden que las mujeres hablan
sin parar y no tienen nada que decir. Nada más lejos de la verdad. Yo por mi parte, sea niño o niña lo que estoy
incubando, no paro de hablarle de ciencia y de verdad pero tampoco paro de
comentar con ella o con él las pequeñas cosas del día a día. No paro de hablar, no, porque como a casi
todas las mujeres, Dios me ha dado el don de la comunicación, que es un don,
señores, no un defecto.
El libro de Rosa
Montero me dio esa sensación, un alegato feminista escrito en un parloteo incesante. ¡Qué capacidad de comunicación! !Vaya manejo
del lenguaje! No me quedó más remedio
que “parlotear” con ella de la primera a la última página del libro.
Por cierto, en
este libro Rosa Montero nos cuenta la historia de Marie Curie, más o menos
desde la muerte de su marido, pero salpicada de vivencias de su infancia y
juventud. Lo que hace la autora es
humanizar a Marie Curie identificando su dolor con el de aquella, Rosa también
ha perdido al amor de su vida y se siente por ello solidaria con el dolor de
Madame Curie y con los párrafos tremendos que ésta escribió en su diario.
A pesar de hablar
del vacío que deja la muerte del ser más querido, el libro nos deja
sorprendentemente una sensación de paz y de felicidad, puede que por habernos
descubierto, a través de sus páginas, algo que ya sabíamos, que la vida es
mucho más fácil de lo que parece, hay que vivir simplemente porque lo
importante es el amor de las personas que tenemos al lado, sobre todo, para los
que hemos tenido la suerte de encontrarla, la
persona más importante de nuestras vidas, con la que tenemos que exprimir
cada minuto, porque nadie es eterno.