"Estornudar y reír, bostezar y llorar, eructar y toser, rascarte las orejas, frotarte los ojos, sonarte la nariz, carraspear, morderte los labios, pasarte la lengua por la parte de atrás de los dientes de abajo, tiritar, peerte, tener hipo, enjugarte el sudor de la frente, pasarte la mano por el pelo: ¿cuántas veces has hecho esas cosas? ¿cuántos encontronazos con los dedos de los pies, cuántas veces te has machacado los dedos de las manos y cuántos golpes en la cabeza? ¿Cuántos traspiés, resbalones y caídas? ¿cuántos parpadeos de los ojos? ¿cuántos pasos dados? ¿cuántas horas pasadas con la pluma en la mano? ¿cuántos besos dados y recibidos?
Abrazando a tus hijos pequeños.
Abrazando a tu mujer."
Es así como casi termina Diario de invierno, mi primer libro de Paul Auster y es este casi último párrafo el que capta la esencia del libro, una autobiografía, contada en segunda persona, como si saliera de su cuerpo y tomara distancia para contar su vida analizando desde fuera los acontecimientos más importantes vividos en los últimos 64 años, antes de entrar en lo que él llama el "invierno" de su vida.
No me enganchó desde la primera página, me irritaba un poco que contara su vida en segunda persona, como un agente externo, un amigo, un vecino curioso, un padre o una madre que la vio pasar y ahora se dispone a contar los acontecimientos importantes, los detalles relevantes, pero también las pequeñas cosas que a veces pasan inadvertidas pero que son realmente las que hacen de la vida lo que es.
No obstante, a las pocas páginas la historia se vuelve tan interesante que poco importa en qué persona o tiempo verbal esté narrada, sólo quieres seguir y seguir leyendo, saber qué es lo que va a pasar o cuál va a ser el desenlace de cada acontecimiento de la vida de Paul, acontecimientos que se suceden y se superponen tan sutil y suavemente que a veces pierdes de vista el momento cronológico del que está hablando.
Siempre he pensado que la vida está mal "programada", nos equivocamos mucho cuando somos jóvenes, cuando las fuerzas no flaquean y tenemos el cuerpo a punto para vivir intensamente, en cambio, cuando hemos aprendido de nuestros fallos y equivocaciones y de las de los demás, las fuerzas empiezan a flaquear, el cuerpo ya no es lo que era y debemos ser cautos, precisamente ahora que tenemos la experiencia para comernos el mundo a bocados. La vida es así y está hecha de esta manera porque las equivocaciones, los errores y las faltas de juicio son las que la hacen tan diferente y tan entretenida, aunque terminemos añorando haber hecho esto o aquello, haber perdonado a ese amigo, haber sido menos egoístas y egocéntricos, menos críticos con nuestros padres, más afectuosos con nuestros compañeros...en fin, este Diario de Invierno habla de la vida de Paul Auster pero incluye entre sus líneas una serie de enseñanzas vitales imposibles de pasar por alto. La más importante de ellas, para mí, es la tomada prestada de Joubert: "Hay que morir inspirando amor (si se puede)" preciosa reflexión que no solamente habla de lo que hay que hacer sino que con una profunda humildad se hace cargo de la condición humana añadiendo ese "(si se puede)".
Es un libro precioso, perfecto, no digo más.
Transcribo eso sí unas líneas que leí en voz alta a un Juanma medio dormido porque la historia del gran amor de la vida de Paul Auster se parece demasiado sospechosamente a la historia del gran amor de nuestras vidas...aunque me imagino que se parece bastante a todas las historias de todos los grandes amores del mundo:
"Poco a poco, a medida que fuiste conociéndola un poco mejor durante las semanas siguientes, descubriste que coincidíais en casi todo lo importante. Vuestras inclinaciones políticas eran las mismas, los libros que os interesaban eran en su mayor parte los mismos y manteníais posturas similares con respecto a lo que os interesaba en la vida: amor, trabajo e hijos; con el dinero y las propiedades muy abajo en la lista. Para gran alivio tuyo vuestras personalidades eran muy distintas. Ella reía más que tú, era más libre y extrovertida, más cordial que tú, y sin embargo, en el fondo de todo, en el punto más profundo donde os articulabais, tenías la impresión de haber encontrado otra versión de ti mismo pero más plenamente evolucionara, más plenamente capaz de expresar lo que tú guardabas en tu interior, una persona más sana. La adorabas y por primera vez en tu vida, la persona a quien idolatrabas te correspondía. Procedíais de mundos diferentes (...) pero sólo dos meses y medio después de vuestro casual encuentro del 23 de febrero de hace treinta años, decidisteis iros a vivir juntos. Hasta entonces te habías equivocado en todas las decisiones tomadas en asuntos de mujeres; pero esta vez no".
domingo, 29 de julio de 2012
lunes, 23 de julio de 2012
La isla bajo el mar...un 6,5!
No hay duda de que es un libro entretenido, un libro por el que no perdí el interés hasta el final, un libro que primero dejé por mucho tiempo (casi un año!) y al retomarlo lo leí del tirón, en dos sentadas, hasta el final. Nos es un mal libro, de hecho, lo disfruté mucho y no pude dejarlo hasta la última página, el problema es que una vez terminado no logro identificar qué fue lo que me dejó, quiero decir que tras leer 300 páginas, no logro identificar el mensaje, no logro recordar un párrafo que merezca la pena recordar ni una oración especialmente bien escrita.
Es posible que este 6,5 se deba a que suelo pedirle mucho más a Isabel Allende pero la verdad es que tras leer La isla bajo el mar, mi humilde, humildísima opinión es que a Isabel Allende lo que se le da mejor son los relatos autobiográficos como La casa de los espíritus, obra maestra donde las haya, La suma de los días, entrañable retrato de su familia más cercana o la inolvidable Paula, libro que leí a los 17 años, con mi madre y mi hermana, muchas veces a la luz de una vela –era la época de los apagones en la ciudad de Quito debida a la falta de lluvias en la central hidroeléctrica de Paute- de la que recuerdo párrafos enteros como inolvidables mensajes que sigo utilizando para descifrar mi vida.
Recuerdo también con cariño De amor y de sombra, “la historia de un hombre y una mujer que se amaron intensamente para escapar de una existencia vulgar…” e intento amar intensamente a quienes se dejan amar, también para escapar a una existencia vulgar.
Isabel Allende es una de las grandes de las letras latinoamericanas, por eso me cuesta calificar esta magnífica historia de La isla bajo el mar con algo más de un 6,5, porque creo que se trata de una historia tipo culebrón que no da la talla a la que Isabel Allende me tenía acostumbrada.
No se trata de que haya libros de Isabel Allende que me gusten y otros que no, unos buenos y otros malos, me gustan todos, todos ellos son libros buenos y que merece la pena leer, lo que pasa es que me desconcierta que la misma persona capaz de escribir una historia tan personal, tan exquisita y tan inolvidable como Paula, un relato tan increíblemente bien escrito, fluido e impresionante como La casa de los espíritus, un retrato tan fiel del desgarro que supone el desarraigo, narrado en primera persona como Mi país inventado, escriba también libros como Hija de la Fortuna o La isla bajo el mar. A lo mejor es una virtud que todos deberíamos tener, pasar de lo profundo y espiritual a lo banal dependiendo de las circunstancias, al fin y al cabo, la vida está hecha de ambas cosas aunque en medidas distintas.
viernes, 6 de julio de 2012
Un 9 para "El corazón helado de Almudena Grandes"
Terminé de leer este libro ayer pasada la media noche y debo reconocer que se trata de otra obra maestra de Almudena Grandes.
Sólo un dato: la versión inglesa, que es la que he leído esta vez, tiene 720 páginas y no tiene ni una sola palabra de más…y eso que se trata de una traducción.
Nunca me he interesado por la historia de España, aunque siempre me ha parecido curioso lo dividida que está la sociedad y lo palpables que son esas dos Españas en el día a día. No siento vergüenza al decir que me hice cargo de los horrores de la guerra civil y de los crímenes del franquismo hace poco, viendo “La voz dormida” y poco después “El laberinto del fauno” y sinceramente no sé cómo puede seguir habiendo dos Españas, cómo los criminales se siguen enorgulleciendo de serlo y los demás tenemos que convivir con ellos. Digo que no siento vergüenza porque no se puede saber de todo y llegada la treintena hay que empezar a ser un poco selectivos.
Almudena Grandes habla de esas dos Españas y las traslada a una relación romántica entre un hombre bueno y una mujer que a pesar de hacer gala de altos principios y valores impolutos, resulta ser no tan buena y no tan santa, aunque esto lo deja Grandes a juicio del lector.
Me gusta escribir, por eso intento destripar todo lo que leo, encontrar el secreto de lo bueno y evitar los errores de lo malo. En este libro no hay nada malo, tal vez el momento final en el que la autora se enreda por dos páginas y media explicando la cara, las manos, la falda y el sofá de la madre del protagonista, pero no porque no sea una buena descripción sino porque quedan dos páginas para que termine el libro y la tensión del lector llega al límite de lo insufrible debido a que tal despliegue de sinónimos parece no terminar jamás. No obstante, lo sorprendente y lo que no he dejado de preguntarme a lo largo de toda la lectura es si la autora la escribió linealmente o si como cualquier ser humano limitado y normal, tuvo que volver muchas veces a leer lo que había escrito para enlazar tan delicada y perfectísimamente las historias vitales de tantísima gente. Sea como sea, no pierde detalle, cada pieza encaja a la perfección y el resultado es una historia impresionante que vale la pena leer.
El libro es perfecto, precioso, transmite una sensación de desasosiego desde la primera hasta la última página y está escrito con la exquisita perfección a la que nos tiene acostumbrados esta autora.
Un 9, porque no es el Principito ni 100 Años de Soledad…pero un nueve de cinco estrellas.
Un 5 para "Con el agua al cuello"
Es el primer libro que leo en el marco de mi querido Club de lectura 3 con libros de la Fundación Tres Culturas de Sevilla y lo he leído por eso, porque era el libro que leíamos en mayo.
Tenía muchas ganas de que fuera un descubrimiento literario, especialmente porque para lo que estoy acostumbrada a pagar por los libros, nos costó una pasta…bueno, no es para tanto, pero para los lectores compulsivos de la era de Internet, un libro, un buen libro, no supera los diez euros y este costó un poquito más.
Pero bueno, continúo, tenía muchas ganas de que fuera un descubrimiento literario y lastimosamente no fue así.
La historia es entretenida y en las primeras páginas mantiene el suspenso, pero es cierto que al final todo se torna tan fácil y tan evidente que cuesta pensar en este libro como “novela negra”; en el Club decidimos que no lo catalogaríamos como “Novela negra” ni con ningún otro calificativo, Con el agua al cuello es lo que es y nada más de lo que es.
¿Y qué es Con el agua al cuello?. Pues es un libro que relata un pasaje de la vida del comisario Jaritos, de la policía de Atenas, que además de tener un trabajo más o menos interesante y un caso escabroso entre manos, vive en los tiempos de la crisis griega y desde su humilde posición relata sin mucha pasión y con la dosis necesaria de desaliento, los problemas de la clase media de su país, como si mirara ver pasar la crisis a través de un cristal;
A destacar la metáfora que hace el autor sobre el desarrollo y el desenlace del caso que investiga Jaritos, pero no la voy a desvelar por si alguien se anima a leerlo.
A destacar también y muy especialmente la entrañable personalidad del Comisario Jaritos, un hombre humilde hasta la exageración que sabe sin embargo más de lo que imagina y que entiende la crisis y la vida con la misma sencillez y claridad con la que las entendería un niño. De existir el Comisario Jaritos en mi misma latitud, seríamos buenos amigos.
Le pongo un 5 sobre todo por la calidad literaria, probablemente achacable a la traducción; un poco también por la historia que no terminó de convencerme; y no le pongo un cuatro porque el Comisario Jaritos resultó ser una persona tremendísimamente entrañable.
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