viernes, 1 de julio de 2011

Un 7 para "La Mancha Humana" de Philip Roth


Metáfora del viaje
Yo diría que se trata de un viaje en tren hacia un lugar desconocido pero del que se han escuchado maravillas: empecé el viaje con mucha ilusión –hacía tiempo que no encontraba un libro que me enganchara- continué con interés e incluso ansia por seguir leyendo y desvelando lo que me podía ofrecer, como cuando el viaje transcurre por lugares bonitos, pintorescos, divertidos, emocionantes…sobre la página 200 llegué a un lugar de paisaje lineal donde nada se movía y me entraron unas ganas enormes de llegar a puerto –en este caso de terminar el libro- y ya casi al final volví a encontrar algo de interés que me duró hasta la última página.




Al principio del libro, Roth insiste en que su historia va de “seres humanos estándar”, -la manera cómo habla del escándalo Clinton Lewinski es sólo un ejemplo de esta necesidad por humanizarlo todo, disculpando hasta la más inapropiada de las conductas-  sin embargo, a lo largo de sus páginas nos encontramos con un puñado de personajes que han vivido experiencias tan intensas –todas malas- que se alejan a mi gusto de lo que puede definirse como un ser humano estándar, la conducta de alguno y los pensamientos de otros los convierte más bien en inhumanos, aunque sea por momentos.
Pero, ¿qué es una historia sin personajes raros y pintorescos? Y sin embargo, ¿tienen que ser todos tan raros y tan pintorescos?.  Para esta historia en particular, parece que sí.  Aunque hay momentos en que las descripciones de los diálogos de los personajes consigo mismos y el recuento de sus pensamientos parece que va a acabar con nuestra paciencia por lo larguísimos y enrevesadísimos que son, reconocemos en sus pequeñas y grandes contradicciones, en su manera de reaccionar, de pensar, de hablar consigo mismos, en la estrategia que han elegido para enfrentarse a la vida, trazos de lo que nosotros mismos nos decimos en la intimidad de nuestras solitarias cabezas cuando nos enfrentamos a situaciones similares, de modo que no es difícil sentirse identificado con alguno de los personajes en alguno de los pasajes del libro.  Particularmente recuerdo un par de párrafos en los que me sentí perfectamente identificada con la francesísima Dra. Roux.
No voy a contaros de qué va el libro, para eso hay que leerlo y yo no lo recomendaría a todo el mundo, si bien a algunos os lo recomendaría fervientemente. Lo que sí diré es que se trata de muchas historias girando alrededor de la historia personal de un hombre muy oscuro –en todo el sentido del término, ya veréis los que lo leáis- cada una de las personas que aparecen en este relato, aunque sea de pasada, tiene una historia y una trayectoria vital alucinante, pero, ¿no tenemos todos historias y trayectorias vitales alucinantes? lo que pasa es que no las contamos.
¿Por qué un siete?
Vaya por delante que se trata de un siete personal y que esos puntitos que le faltan a este libro para llegar al 10 se los llevó la desesperación que me producían ciertos monólogos internos interminables, la utilización de un lenguaje soez y obsceno sin ninguna necesidad, pero sobre todo la necesidad del autor de justificarlo todo como si los seres humanos fuéramos víctimas de nuestras circunstancias y no señores de nuestras vidas.

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