Lo leí de un
tirón, entre un vuelo Bremen – Málaga y un tren Málaga-Sevilla. Unas 5 horas y pico.
Se trata de Nueve
Cuentos exquisitos a los que no les
falta ni les sobra una coma. Cada uno de
ellos cuenta una historia que en apariencia no tiene nada que ver con ninguna
de las demás, sin embargo, las nueve son historias que empiezan siendo más o
menos normales, por la mitad se vuelven fantásticas y todas ellas, sin
excepción, tienen un final inesperado, extraño.
Tengo que
reconocer que el final del primer cuento me desconcertó, aunque desde el
principio pensé que ese Seymour Glass del que hablaba, podía ser el mismísimo Seymour
Glass, hermano mayor de los inolvidables Franny
and Zooey y entonces entendí porqué se comportaba como se comportaba y por
qué terminó haciendo lo que hizo. No
quiero quitarle magia al libro, todo lo contrario, la lectura se enriquece
bastante si antes de leerlo se lee Franny and Zooey, un libro al que personalmente
le doy un diez y que sigo creyendo que hay que leer en inglés. Por otro lado, si estos Nueve Cuentos parecen
no tener relación unos con otros, basta leer Franny and Zooey para terminar
conectando si no todos, al menos algunos de ellos.
¿Qué más se puede
decir de estos Nueve Cuentos? Creo que la palabra sorprendente es la que mejor
los define. Como no se trata de una sola
historia y como no quiero arruinarle la experiencia a nadie, no digo más, sólo
que este libro forma parte de la buenísima racha de lectura que llevo desde el
principio del verano y que dura hasta hoy.