viernes, 9 de marzo de 2012

Restos de pintura en el espejo...un 9 parcial!

Admito que en este caso no soy imparcial; he escuchado tantas y tantas historias sobre Ramón Rodríguez, el autor,  que no puedo serlo; se trata del padre de uno de mis mejores amigos que además es una de las mejores personas que han pisado este planeta, y casi todas las anécdotas que he escuchado sobre su vida se referían a la relación que tenía con sus hijos, que en lo que a mí respecta fue la mejor relación que un padre puede haber tenido con sus hijos ya que los tres son únicos y fantásticos a su manera, especialmente Luis, pero eso será porque no conozco a los otros dos tan profundamente.  De modo que esto, además de ser una apreciación crítica sobre el libro, es un homenaje a Ramón Rodríguez en toda regla, por lo que dejó escrito, que es mucho y muy bueno, pero también porque sin su ejemplo y sin su guía, Luis no sería como es y muchos nos sentiríamos un poco más solos y un poco más incompletos.
En honor a la verdad puedo decir que el libro me gustó mucho, mantiene la atención desde el primer momento, está muy bien escrito y no le sobra ni le falta un solo detalle: no sólo cuenta lo que debe contar sino que omite enredarse en explicaciones o detalles superfluos. La historia es apasionante pero al mismo tiempo real y cercana: los trozos que componen la vida de Santiago Benegas podrían componer la vida de cualquiera.
No quiero desvelar los detalles del libro por si os animáis a leerlo, pero sí decir que el momento de cambiar de capítulo, del primero al segundo y darse uno cuenta de que trata sobre una historia diferente aunque íntimamente relacionada con la anterior –aunque la cronología no esté clara hasta mucho después- es mágico.
Probablemente yo no hubiera sido amiga de Santiago Benegas, o tal vez sí; no lo tengo claro, creo que ahora más que nunca necesito recordar que las personas, por mucho que nos esforcemos, no somos más que eso, personas. 
Santiago Benegas tiene una historia apasionante “de libro” pero las mujeres que va dejando en el camino también la tienen y eso es lo triste de este personaje, que tiene una historia personal rica en aventuras y anécdotas pero que no termina de tener una historia compartida, profunda y sincera y es lo que al final del libro me hace sentir algo de compasión por él.  Puede decirse que tiene muchas historias compartidas, profundas y sinceras, y puede que sea verdad, pero yo sólo puedo pensar en historia compartida, de pareja y de familia, en singular…al fin y al cabo personalmente prefiero que mis cenizas las esparza en solitario el gran amor de mi vida antes que un entierro apoteósico en el que aparezcan maromos a mansalva…pero esa es solamente mi opinión, a lo mejor porque la historia del gran amor de mi vida deja a todas las demás historias románticas de mi vida hechas añicos.

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