La última vez que intenté leer un libro de Orhan Pamuk lo dejé a las pocas páginas; creo que no era aburrido pero no logró engancharme y lo dejé. Era "Me llaman rojo".
Este sin embargo lo empecé una tarde tranquila de septiembre, mi bebé se había dormido y como yo no tenía sueño, fui al librero a buscar algo que leer, una novela; cogí El Museo de la Inocencia, lo empecé y me enganchó.
Es un buen libro, demasiado largo, para mi gusto, pero un buen libro. La verdad es que poco antes de la mitad lo dejé entre los libros que leo cuando no tengo nada mejor que hacer porque los ocho años de los que habla -no voy a decir qué es lo que hace en esos ocho años porque no soy de estropearle la lectura a nadie- se hacen eternos; llega un momento en el que parece que está relatando una y otra vez el mismo día, la misma hora, la misma escena.
Por eso le he puesto un 7, por esos ocho años tan pero tan tediosos, sin embargo, no le he puesto un 4, porque el final es alucinante; si es una historia real, que es lo que Pamuk quiere que creamos, es una historia impresionante y si se la ha inventado...quisiera tener un sombrero para descubrirme ante él, porque es totalmente impredecible y te deja totalmente sin aliento.
Ahora bien, aunque yo le ponga un 7, me imagino que un estambulí de la quinta de Pamuk, le pondría un 10 redondo, porque las descripciones de los lugares y de los acontecimientos, para quien los haya vivido e incluso para quien haya pasado por Estambul, no tienen precio.
De modo que si queréis una novela bien escrita, fácil de leer y con un final alucinante, adelante, elegid ésta y no os dejéis abatir por el relato de esos ocho largos años; y si tenéis un amigo estambulí, recomendadle la novela encarecidamente, ¡le va a encantar!