A muy temprana edad, mi madre puso en mis manos un ejemplar un poco gastado -por las lecturas y relecturas que había sufrido- de El Principito. Me informó que era el mejor libro jamás escrito y me dejó con el libro en las manos, probablemente pensando en cómo era posible que ese pequeño libro con un niño rubio con bufanda, posado humildemente sobre un planeta remoto pudiera ser el mejor libro jamás escrito. Tras leer las primeras páginas comprobé que no, eso no era un sombrero, por supuesto que no era un sombrero! era una serpiente que se había tragado un elefante, o algo así; fue el principio de una gran amistad con El Principito.
Probablemente estaba acostumbrada a que los-mejores-libros fueran obras gordísimas, con tapa dura encuadernada en piel, impresas en papel biblia y con letras doradas en la portada, valga decir que a esa edad tan corta había ojeado muchísimos de esos otros libros, con más entidad y presencia y aún así, no recuerdo un momento con aquellos libros tan vivamente como recuerdo mi primer encuentro con El Principito.
Valga decir, para el récord, que mi madre no se equivoca. Tengo 32 años y todavía no he presenciado, escuchado o sabido de una sola equivocación de mi madre, simplemente no se equivoca jamás; cuando me mira con esos enormes ojos verdes y me informa acerca de lo que sea, sé que estoy en presencia de LA verdad, porque no se equivoca, no es broma.
Y con El Principito, como no podía ser de otra manera, no se equivocó. Si lo habéis leído (todos lo hemos leído, ¿verdad?...come on people!) sabréis que ese pequeño gran libro encierra todo lo que necesitamos saber para sobrevivir en este mundo tan raro. Cada vez que me encuentro ante un dilema o que uno de los míos me consulta sobre un asunto "serio" de su vida, recuerdo a ese zorro formidable, a esa rosa engreída, al autoritario pero solitario rey, al hombre de negocios, al farolero... y al inocente e inolvidable Principito que no es más que una réplica de cada uno de nosotros, haciendo el viaje de la vida y conociendo cada día personas y mundos extraños, temibles, adorables...y con suerte, domesticables.
Yo también se lo daré a leer a mis pequeños, también les diré con seriedad que es el mejor libro jamás escrito y espero que aunque me equivoque tanto en la vida, como hasta ahora, un día digan: mi madre me dijo que El Principito es el mejor libro jamás escrito y en eso, no se equivocó.